Esta práctica, que deriva del Ashtanga Vinyasa, fomenta la resiliencia, el empoderamiento y enraizamiento, y, la liberación del alma en vida (jivan-: alma individual; -muktha: liberada) de todo aquello que nos limita y no nos permite SER. Se basa en los cinco principios: Ahimsa (no violencia), Bhakti (devoción, conexión con lo que trasciende), Dyana (meditación), Shastra (reflexión y estudio de las escrituras sagradas) y Nada (escucha profunda y entrega a través de cantos de mantras).  Algo muy característico de esta metodología son los “yoga assists“, ajustes o asistencias físicas, que ayudan a comprender la alineación energética y la relación con el cuerpo físico al profundizar en la postura desde una base estable y segura.